Un edificio Passivhaus es un tipo de construcción orientado a reducir al máximo la energía necesaria para climatización, logrando mantener una temperatura constante y confortable mediante la optimización de los recursos existentes a través de técnicas de construcción pasivas como, entre otras, un buen factor de forma que reduzca la superficie en contacto con el exterior para disminuir las necesidades de climatización, una orientación correcta de las ventanas para aprovechar el calor del sol cuando están cerradas y la ventilación natural al abrirlas, o utilizar protecciones solares que impidan un sobrecalentamiento en verano.
Menos del 1% de los nuevos edificios construidos en España cumple con el estándar Passivhaus
Pese a que Europa se encamina con rapidez hacia la estandarización de los Edificios de Consumo Casi Nulo (ECCN), y que en ciudades como Bruselas, Fráncfort y Hannover, o la región austriaca de Vorarlberg, entre otras, es normativo que las nuevas construcciones cumplan con las exigencias del estándar Passivhaus, España se encuentra muy alejada de esta realidad. “Algo especialmente grave cuando los edificios son los responsables de más del 45% de la energía que consumimos”, apuntan desde la PEP.
En este contexto, es imperativo recordar que la Directiva Europea 2010/31 exige a los estados miembros de la Unión que todos sus edificios públicos sean Edificios de Consumo Casi Nulo (ECCN) a partir del 31 de diciembre de 2018 y que todos los edificios, sin excepción, lo sean a partir del 31 de diciembre de 2020. “Sin duda, urge legislar para garantizar en España la edificación energéticamente eficiente”, subrayan desde la Plataforma de Edificación Passivhaus.
Criterios básicos de la edificación pasiva
Los edificios con sello Passivhaus tienen una demanda energética de entre un 75% y un 90% por debajo de la que tiene un edificio tradicional y, si bien su coste de construcción es ligeramente superior (entre el 3% y el 8%) al de un edificio “no pasivo”, éste se amortiza entre los primeros cinco y diez años de uso, dependiendo del tamaño de la edificación, gracias al elevado ahorro en consumo energético que proporciona una casa pasiva.
Las viviendas construidas bajo el estándar Passivhaus tienen características específicas, algunas esenciales, como utilizar un aislante térmico de gran espesor; garantizar la continuidad de la envolvente térmica con la instalación de puertas y ventanas exteriores de altas prestaciones para controlar las pérdidas energéticas y las ganancias solares; asegurar la hermeticidad al aire del edificio para evitar infiltraciones de aire no deseadas; y proporcionar la ventilación de la vivienda con un sistema mecánico de recuperación de calor que pueda renovar el aire interior en la medida adecuada pero sin sufrir pérdidas de temperatura.
Con la correcta aplicación de estas medidas, una casa pasiva puede garantizar las limitaciones que implica el sello Passivhaus en la demanda de calefacción (menor o igual a 15kWh/m² año); la demanda de refrigeración (menor o igual a 15kWh/m² año); la demanda de energía primaria (menor o igual a 120kWh/m² año); y la hermeticidad al paso de aire (menor o igual a 0,6 renovaciones/hora).
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